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Cómo conducir con condiciones meteorológicas adversas
Ahora que el frío y el mal tiempo propios del invierno se han instalado en la península, repasamos las recomendaciones para una buena conducción en condiciones climáticas adversas.
Lo primero es tener claro que la conducción, lejos de ser una actividad estática, requiere de una capacidad de adaptación constante, más todavía si intervienen factores que dificultan la circulación como pueden ser el viento, la lluvia, la nieve o el hielo (entre otros). Por ello, el primer consejo pasa siempre por poner a punto nuestro vehículo de cara al invierno. Neumáticos, frenos, amortiguadores, batería, limpiadores, bujías, etc., han de ser revisados. Si bien hay circunstancias que escapan a nuestro control, como es el caso de las inclemencias meteorológicas anteriormente mencionadas, esta no es una de ellas. Así que el propósito no es otro que el de asegurar el buen estado del automóvil. Ya lo dice el refranero popular: “Mejor prevenir que curar”.
Disponer del ambiente idóneo dentro del vehículo es otro punto indispensable. Con esto nos referimos a una correcta climatización y alumbrado para que la persona que vaya al volante se sienta cómoda, evite cualquier distracción y pueda focalizar toda su atención en la carretera. Aunque pueda parecer una obviedad, no lo es. Conducir en invierno, cuando el contexto se recrudece y la visibilidad disminuye, requiere de este acondicionamiento previo. Las horas de luz se reducen, el contraste de temperatura puede empañar los cristales y fenómenos como la niebla son comunes. De ahí que sea tan importante tomarse el tiempo necesario para crear el entorno de conducción perfecto antes de iniciar el desplazamiento.
Para conducir con nieve, lluvia u otra circunstancia desfavorable, conviene poner en práctica cuatro consejos para evitar accidentes de tráfico: 1) aumentar la distancia de seguridad entre vehículos, 2) reducir la velocidad y circular con marchas largas, 3) incrementar el número de paradas para descansar y 4) extremar el cuidado a la hora de realizar adelantamientos u otras maniobras. Además, claro, de llevar el depósito lleno y cadenas por si fueran necesarias, apostar por neumáticos de invierno con una mayor adherencia al asfalto frío y evitar las frenadas bruscas.
En caso de ir en moto, la equipación de invierno cobra especial protagonismo. Hay que optar por una indumentaria que proteja de la severidad climática al tiempo que permita la movilidad. La ropa térmica transpirable es la gran aliada para preservar la temperatura del cuerpo. Según los grados que haga fuera y el trayecto previsto, conviene invertir también en las siguientes prendas: un forro polar, una chaqueta con protección especial para motoristas que cubra la zona lumbar, unos guantes que favorezcan el agarre e incluso, unas botas aislantes. ¿El objetivo? Mantener estable la temperatura de las extremidades sin descuidar el mantenimiento de la sensibilidad en los mandos.
Por supuesto, consultar previamente las condiciones meteorológicas y la ruta a recorrer es clave. La Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) y la Dirección General de Tráfico (DGT) son las dos fuentes de información solvente y fiable que se han de tener siempre presentes, especialmente antes de emprender un viaje de larga distancia o un itinerario difícil.
Otra manera de ganar en tranquilidad y seguridad es contratar un seguro de auto −para coche o moto− con las mejores coberturas, como los que ofrece AXA.
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