Si hay algo que la pandemia del coronavirus ha traído consigo es la digitalización de muchos ámbitos de nuestra vida. El teletrabajo se ha democratizado, las compras online se han multiplicado y la realidad –en muchas de sus variantes– se ha visto trasladada al medio virtual, desde la manera en la que consumimos cultura a la prestación de servicios médicos. Precisamente, la telemedicina ha experimentado un repunte sin precedentes con motivo del SARS-CoV-2, poniendo en evidencia la necesidad de actualizar tecnológicamente el sistema sanitario y de abordar la problemática de la ciberseguridad en este campo. Y es que crear un entorno online seguro para los usuarios se ha convertido en una de las principales preocupaciones de todos los sectores, tanto públicos como privados.

A medida que la medicina a distancia avanza, surgen nuevos desafíos. La alfabetización digital o la accesibilidad son los más comunes. Sin embargo, el incremento de ataques cibernéticos en el sector salud ha convertido la seguridad y privacidad en la atención sanitaria a través de Internet en el mayor reto de nuestro tiempo. El ransomware (secuestro de datos en español) se ha disparado durante la pandemia, tomando los hospitales como uno de sus principales objetivos. Las consecuencias van desde el colapso de los servicios clínicos a cuantiosas pérdidas económicas. De ahí que sea tan importante aumentar la conciencia respecto a esta problemática entre instituciones y usuarios. Aquí van algunas recomendaciones para estos últimos.

Consejos a nivel usuario para hacer uso de la telemedicina de una manera segura: 

1. Utilizar una red privada. Es importante modificar la contraseña que viene por defecto en el Wifi para evitar tráfico no deseado que pueda ver y exponer nuestros datos personales.

2. Activar el cifrado de datos para los trámites online y las videollamadas médicas, de tal modo que solo el destinatario elegido tenga los códigos necesarios para acceder a la información.

3. Instalar un software antivirus de confianza para proteger nuestro equipo de posibles ataques cibernéticos y mantenerlo actualizado, implementando periódicamente las nuevas versiones.

4. Emplear, siempre que sea posible, la autentificación de dos factores para mayor seguridad.

5. Más allá de los canales de comunicación oficiales de los que disponen hospitales y centros de salud, hay que usar herramientas tecnológicas fiables para otros servicios como la teleconsulta. DoctorUp, Docline, DriCloud u Open Salud son algunas aplicaciones que actúan dentro del ámbito sanitario. Pero también se utilizan otras concebidas para alojar cualquier tipo de videoconferencia, como es el caso de Zoom.

Lo importante aquí es que la plataforma cumpla con la normativa europea y nacional de protección de datos, algo que por ejemplo no sucede con Skype o FaceTime. Cerciorarse de ello es responsabilidad del organismo sanitario correspondiente cuando indica el espacio a través de la cual se realizará la consulta. En cualquier caso, es fundamental comprobar que operan las políticas de privacidad y de protección de datos vigentes para tranquilidad de ambas partes.

Al final, se trata de adoptar un enfoque multidisciplinar que combata a los posibles “intrusos” desde varios frentes. Visualizar el historial clínico, disponer de recetas electrónicas o informar sobre cualquier cambio en nuestro estado de salud son acciones que conllevan un tratamiento de datos personales altamente sensibles. Así que toda medida para salvaguardar dicha información es poca, tanto por parte de los profesionales como de los usuarios.

El seguro de salud de AXA tiene presente todo lo anterior con el propósito de ofrecer las mejores coberturas médicas en un entorno seguro, por ello, te ofrecemos Tu médico online, donde puedes hablar con un médico o especialista desde cualquier lugar a través de video consulta, chat o teléfono.

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