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La brecha de género en los seguros de Vida
Se ha aceptado como verdad absoluta que a lo largo de la historia de la humanidad la figura masculina ha ostentado el rol de cabeza de familia y, por tanto, el sustento económico de toda la estirpe. El fallecimiento del varón dejaba en una situación de total desprotección a la viuda y a la prole, que veían desaparecer de la noche a la mañana su principal medio de subsistencia. La muerte de la esposa, en cambio, era una contingencia menor. Su trabajo doméstico, afectivo y de cuidado, era habitualmente asumido con cierta celeridad por otra mujer que asumía el papel de nueva esposa. Este esquema es el que ha hecho que, durante muchísimo tiempo, los seguros de vida fueran concebidos única y exclusivamente para la protección masculina.
Sin embargo, esto no siempre ha sido así. Durante más de siglo y medio, las interpretaciones que se han hecho de los restos arqueológicos han contribuido en gran medida a invisibilizar a las mujeres prehistóricas, sobre todo al reducir su importancia en la economía. Es una de las conclusiones a las que llega la investigadora Marylène Patou-Mathis en su libro L’homme préhistorique est aussi une femme –El hombre prehistórico también es una mujer– (Allary Éditions, 2020). Uno de los últimos lo publicó la revista científica Science Advances a principios del pasado noviembre: el hallazgo de una joven de entre 17 y 19 años enterrada hace unos 9.000 años junto a sus armas y la posterior revisión de un centenar de enterramientos ha llevado a un grupo de arqueólogos a afirmar que más de un tercio de quienes cazaban eran mujeres.
Desde la incorporación masiva de las mujeres al mercado laboral en las economías occidentales, hace ya varias décadas, aquella premisa androcentrista ha quedado desterrada. Sin embargo, algo de ella permanece en el ámbito financiero, en general, y de los seguros de vida, en particular.
El número de pólizas de Vida de AXA en manos de las mujeres prácticamente se ha mantenido estable en los últimos seis años, pasando del 37% en 2018 al 38,6% en 2023; frente al 61,4% que concentraron los hombres el año pasado. En términos de capitales medios asegurados la diferencia es aún más acusada, no sólo porque en 2023 el de ellos fuera mayor (en 14.000€) que el de las mujeres, sino porque en los últimos seis años, mientras que el de los hombres se incrementó en un 12%, el capital medio asegurado de ellas los hizo un 9%.
La brecha salarial que persiste podría llegar a justificar que las mujeres tengan menor capital contratado, pero no se encuentra justificación racional en que el porcentaje de aseguradas sea menor que al de los hombres.
Elena Aranda, directora de Vida, Protección y Ahorro de AXA España, advierte que “el seguro de vida de una mujer puede marcar la diferencia entre una vida llena de incertidumbre y una con un respaldo financiero sólido. No se puede prever el futuro, pero se pueden tomar medidas para proteger a los seres queridos en caso de que algo inesperado ocurra”. Y añade: “A los seres queridos, y a una misma. Porque los seguros de Vida también cubren al propio asegurado frente a la contingencia de la invalidez o graves enfermedades”.
Al elegir el capital hay que pensar en el quebranto económico que supondría, en las responsabilidades financieras actuales y futuras de la familia, el pago de hipotecas, las deudas o gastos educativos en caso de tener cargas familiares. Los modelos de familia están cambiando, y hay que pensar en ello máxime si se es la única fuente de ingresos de la unidad familiar o la más significativa. Es importante tener en cuenta que el capital asegurado esté adaptado para que la familia encuentre el equilibrio financiero para la nueva situación.
Además, es importante saber que en el caso de los autónomos, el seguro de vida riesgo se considera gasto deducible con un máximo de 500 euros al año, por tanto la base imponible sobre la que se calculan los impuestos se verá reducida en esa cantidad.