Existen casi tantas formas de ahorrar como tipos de personas. Hay quien descuenta a primero de mes una cantidad fija, quien acumula lo poco o mucho que le sobra a final de mes, quien es completamente anárquico en su ahorro o incluso quien directamente no lo hace. Los cuentos infantiles lo simplificaban en una dicotomía entre hormiga y cigarra sin tener en cuenta, claro está, que el de los insectos es el grupo de animales más diverso de la Tierra

Esta diversidad puede verse en los comportamientos de quienes poseen un plan de pensiones, un sistema de ahorro para la jubilación que en España tienen más de 8 millones de personas. Y es que, aunque los expertos no se cansan de decir que es mejor empezar a ahorrar cuanto antes y que es más beneficioso aportar 50 euros al mes con 30 años que 500 con 55, lo cierto es que, de media, la edad con la que se contratan los planes de pensiones se encuentra entre los 40 y los 50 años. No es una sorpresa que los jóvenes tiendan a identificarse más con la cigarra y, conforme avanza el tiempo, la hormiga se transforme en algo mucho más seguro y acertado.

Pero es que además del tener o no un plan de pensiones, existen tipos de ahorro entre los que ya cuentan con este producto. Los datos dicen que la gran mayoría de aportaciones que se hacen coinciden con el final de año, cuando se cierra el ejercicio fiscal y por tanto concluyen las oportunidades de ahorrar con las desgravaciones en ese año. Este no es un comportamiento muy previsor ya que, si bien se pueden aprovechar los beneficios fiscales, el mercado en ese momento está sobrevalorado y además pueden perderse importantes bonificaciones que se ofrecen a los que no dejan todo para el último momento.

Otro de los momentos en los que se produce un aumento de aportaciones a los planes de pensiones es el de los meses en los que está en marcha la campaña de IRPF, con la declaración de la Renta. Muchos aprovechan las devoluciones de la Agencia Tributaria y otros se aferran a la calculadora para hacer cuentas de cómo deberían hacer sus aportaciones ese año para beneficiarse más en la próxima campaña de la renta.

Sin embargo, lo que la mayoría de los expertos recomienda son las aportaciones periódicas, jugando a convertir esta práctica en una especie de recibo más con una periodicidad que puede oscilar entre la mensual y la trimestral. De esta forma, es mucho más sencillo encajar este hábito en nuestro presupuesto y no destinar ese dinero a otra cosa. Además, como decíamos al principio, es un sistema mucho más compatible con los más jóvenes que permite prepararse para el futuro de una forma cómoda y adaptada.

Precisamente por existir formas tan diversas para contribuir a los planes de pensiones son más llamativos los casos de quienes optan por no estar preparados para la jubilación o reaccionan demasiado tarde cuando el tiempo, tanto para el ahorro como para la obtención de rentabilidad, es mucho menor. Y es que una de las cosas que diferencia a los humanos de cigarras u hormigas es que somos nosotros mismos y no la naturaleza quienes elegimos cómo actuar.

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