Cuando un especialista prescribe una resonancia magnética, esta suele realizarse con el objetivo de estudiar y analizar una zona determinada del cuerpo del paciente. De hecho, esta técnica es ampliamente utilizada, pues a través de los estudios de resonancia magnética los profesionales médicos pueden detectar y diagnosticar lesiones y enfermedades o realizar un seguimiento de determinados tratamientos. 

¿Qué es una resonancia magnética?

Una resonancia magnética o RM es un procedimiento de diagnóstico que se sirve de las ondas de radio y un fuerte campo magnético para crear imágenes en una pantalla de los órganos y tejidos del cuerpo. Para ello, se recuesta al paciente y se introduce en un aparato de grandes dimensiones con forma de tubo, desde donde se obtienen señales muy débiles de los átomos del cuerpo. De hecho, la resonancia magnética es una prueba no invasiva que permite al médico diagnosticar distintas enfermedades, ya sea en el cerebro, la médula espinal, el corazón, las articulaciones u otras zonas del organismo. 

Preparación para una resonancia magnética

Si tienes prevista una resonancia magnética y quieres comprender cómo funciona, debes saber que si bien puede ser un proceso lento, también es indoloro y resulta muy efectivo para obtener más información acerca de la enfermedad.   

Antes de la resonancia magnética  

Previamente al comienzo de la prueba, podrás comer con normalidad y tomar tu medicación habitual, salvo que se te indique lo contrario. Así mismo, el técnico te realizará varias preguntas acerca de tu historial médico, como cirugías previas, presencia de implantes, marcapasos o tatuajes, posibilidad de embarazo o posible claustrofobia. Si, además, la exploración con resonancia magnética requiere de una inyección de contraste, puede que también se te solicite un análisis de sangre para conocer el funcionamiento de los riñones.  

Por otra parte, se te proporcionará una bata y se te solicitará que te quites todos los objetos metálicos, como pendientes, anillos, horquillas del pelo, relojes, gafas, sujetador con aros, dentadura postiza e incluso maquillaje, pues estos podrían interferir en las imágenes de la resonancia magnética. 

Durante la resonancia magnética 

Para comenzar con el procedimiento, deberás recostarte sobre una superficie móvil que se desliza hacia el interior de un tubo largo y estrecho. Una vez en el interior, deberás permanecer inmóvil durante el transcurso de la prueba, que podrá durar 20 minutos a más de una hora, según la zona a explorar.  

Por otra parte, el interior del imán produce golpes fuertes y repetitivos, de modo que puede que se te proporcionen unos tapones para los oídos.  

Si, por otra parte, padeces de claustrofobia, las dimensiones del aparato, los fuertes sonidos y la duración de la prueba pueden provocarte nerviosismo o angustia. En este caso, podrían proporcionarte un sedante suave que reduzca la ansiedad. De cualquier forma, debes saber que el procedimiento es indoloro y no sentirás las ondas de radio ni el campo magnético. 

Después de la resonancia magnética 

Si no necesitaste sedación, podrás reanudar tus actividades de inmediato. Si, por otra parte, se te administró agente de contraste, debes saber que este pasará por tu cuerpo de forma natural y que lo eliminarás principalmente a través del riñón.  

La resonancia magnética es un procedimiento médico indicado para conocer con más detalle el daño provocado por la enfermedad. Además, debido a que la resonancia magnética no emplea rayos X o radiación “ionizante”, esta opción es apta para embarazadas o pacientes que han tenido una reacción alérgica al agente de contraste utilizado en otro tipo de pruebas. De cualquier modo, el profesional de salud que te atienda será quien escoja el método más adecuado para ti y a quien podrás plantear tus dudas.  

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